[p]No hay peor enemigo que el que no se ve… Porque no sabemos que tenemos que luchar contra él, levantarnos y decirle ¡Se acabó no volveré a ser tu víctima![/p]
[p]Este enemigo del que hablo es el machismo encubierto, está entre nosotras pero es tan sutil, tan sigiloso, está tan arraigado dentro de tod@s que lo aceptamos como bueno e incluso, en ocasiones, lo ejercemos contra nosotras mismas.[/p]
[p]Me gustaría divagar sobre este último, el machismo que vive dentro de nosotras, ese que está presente en cada paso que damos, en cada decisión que tomamos y que nos agrede en silencio haciéndonos sentir culpables, incapaces, torpes … poniéndonos barreras en cada paso que queremos dar hacia adelante.[/p]
[p]Este machismo nos habla tan bajito y desde tan profundo que incluso nuestra parte consciente lo siente como propio, no como algo que se nos ha dado desde fuera a través de la socialización: “No eres lo suficiente fuerte para lograrlo…” “Una mujer no debe hacer estas cosas…” “Esto te pasa por egoísta…”[/p]
[p]Llega a nosotras desde diferentes entornos que vamos transitando a lo largo de nuestra vida y a través de personas que amamos y respetamos. Nos llega en forma de cuentos, canciones, chistes, consejos etc. que nos transmiten nuestra madre, padre, abuel@, maestr@ con todo el cariño del mundo: “Caperucita no te pares de flor en flor, sino el lobo te comerá…” “Ella era blanca y pura como la nieve…” “Una niña fue a jugar pero no pudo jugar porque tenía que fregar, así fregaba, así, así… ““Calladita estas más guapa” “Las niñas no son redichas…” Y llegamos a la edad adulta y empieza nuestra lucha interna con esa mujer tradicional y esa otra mujer que quiere ser libre que quiere ser igual a sus iguales y compañeros de vida. Y cada vez que esa mujer que quiere ser libre grita un poco más fuerte, su parte más tradicional con Caperucita, Blancanieves y la imagen de su madre sacrificando su vida por la familia, la intenta tranquilizar y acallar.[/p]
Podemos empezar el cambio hacia la igualdad desde nuestro interior, comenzando por reconocer ese machismo invisible que habita en nosotras, tratarnos con el cariño, respeto y compresión que nos debemos hacia nosotras mismas y hacia nuestras iguales.Desde el compañerismo y trabajo en equipo, al lado de nuestras congéneres, podemos conseguir cambiar nuestro futuro y el de las mujeres que vendrán. Convirtiéndonos en modelos en los que la mujer sufridora y abnegada dé paso a una mujer fuerte y valiente que pueda pararse de flor en flor y salir a la calle a jugar antes de fregar.[/p]